Walsh & Capote: crimen, realidad y ficción

En los últimos tiempos ha proliferado una suerte de adoración por Truman Capote, más precisamente por su figura pública y las polémicas alrededor de ella. Dos películas se encargaron de retratar al escritor en un mismo momento de la historia: el descubrimiento, la escritura y los devenires de A sangre fría, la novela insignia de Capote y su verdadera última novela, después de la cual, más allá de la inconclusa Plegarias atendidas, nunca recupero el largo aliento de su palabra escrita. En ese contexto, no faltó la alusión a esta novela como inauguradora de la non-fiction o la novela testimonial, crónica literaria, ficción periodística o como quiera denominarse al trabajar un hecho real como una ficción -en tanto uso de las herramientas narrativas, es decir, de la poética. Más allá de cualquier puesta en juego de la virilidad, A sangre fría no es la novla inaugural -hasta donde nos es dado saber- de este género literario: en 1957, 9 años antes de la publicación de la novela del norteamericano, Rodolfo Walsh comenzaba a publicar -fragmentariamente- Operación Masacre. Fuera de la discusión respecto de la cronología de ambas escrituras y la publicaciones; más allá de la incidencia de la palabra del mercado editorial norteamericano y su peso fundacional de un género literario ya existente; sin dejar de reconocerle a Walsh la paternidad de la novela testimonial, lo más interesante está en que las piedras basales de la non-fiction giran en torno a fusilamientos y que, sin que medie casualidad alguna, tanto la vida de sus escritores, como la génesis misma de los asesinatos que narran, están profundamente ligados a la esencia social de sus respectivos países de origen. Uno, envolviendo en glamour una violencia cotidiana, individual y privada que hoy emerge como masacres en colegios; el otro, denunciando fusilamientos clandestinos y asesinado del mismo modo por la corporación represiva a la que denunció.

Walsh narra, en Operación masacre, los fusilamientos de militantes peronistas en José León Suarez, provincia de Buenos Aires, Argentina. En lo que se convertiría en una práctica de rutina para la dictadura militar que asaltó el poder político en 1976, los detenidos fueron llevados a un descampado e incitados a correr para intentar salvar sus vidas: les dispararon por la espalda en un simulacro de fuga. De las doce personas sometidas al fuego fusilador, cinco fueron asesinadas, mientras que de las otras siete algunas fueron dadas por muertas en el lugar y otras lograron escapar. La noticia le llega a Walsh por lo bajo, un comentario sobre un fusilado que vive, un regresado del a muerte, un testigo del horror. El escritor se encuentra con la obra: investiga la masacre; da con sobrevivientes escondidos detrás de muros de silencio, tratando de ser invisibles; articula el movimiento de la pluma ficcional con la crueldad de un retazo del pricipio de realidad. Su historia es política y su relato es político porque su escritura es política. La transformación de la obra a lo largo de las ediciones dispersas de sus fragmentos y su posterior reunión en libro es política. El escritor es en su propia narración, no ya como creador de texto sino como objeto de esa textualidad: sale transformado del acto de la escritura. Que con posterioridad a la publicación de la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar Rodolfo Walsh fuera fusilado en plena calle no es sino un giro de la Historia en el cual sella, con un toque de dramatismo literario, una parábola sobre la escritura como herramienta política y su poder de subversión. Es evidente que su forma de morir está estrechamente atada a su forma de vivir: "Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles", son sus últimas palabras impresas.

Si bien Capote también es transformado por el trabajo de escritura de su novela insignia, hay en él una conceptualización previa de la non-fiction. Encuentra su línea argumental en un pequeños recuadro del New York Times en el cual se narra el asesinato de la familia Clutter en Holcomb, un pueblo diminuto en el estado de Texas, EEUU. Allí Dick Hickock y Perry Smith fusilan a los cuatro integrantes de la familia cuando entran en casa de éstos a buscar una caja fuerte inexistente. Lo que llama la atención de esa matanza es la ausencia de un motivo, la falta de una justificación, si es que la hay, en el asesinato. Capote viaja, investiga, logra sus objetivos por contraste: es un diminuto escritor glamoroso en un pueblo rural del medio oeste; entrevista a los asesinos, los seduce y es seducido. Lo que se le cuestiona, en relación a Lo Moral, es el uso despiadado del decir y desdecir; lo camaleónico de su actitud al pivotear entre el lujo neoyorquino y el desierto de la celda de castigo; el modo de producir la confesión, en no cumplir con su promesa de interceder para evitar la pena de muerte de los culpables confesos: en concordancia con el american way of life,termina victimizando al asesino despiadado, lo engaña, le hace creer que otra vida es posible, traiciona su esperanza: Capote necesitaba un final y qué mejor final para A sangre fría que la ejecución de Hickock y Smith. La gran novela-realidad, que escribió luego de cinco años de trabajo, se devoró su futuro literario. Murió con los Clutter, murió con la ejecución de los culpables.

Poco importa el supuesto mérito de la invención de un género literario; no interesa trazar paralelismos ni superposiciones entre Walsh y Capote; serían anecdóticas las coincidencias circunstanciales que pudiera haber entre lo esencial de Operación masacre y A sangre fría. Pero hay un punto en el que ambas novelas confluyen: el trabajo de su escritura habla del compromiso de cada uno de estos escritores con su propia lengua/patria y, por extensión, con la sociedad en la que ha nacido, crecido y muerto. Sea narrando la furia del asesinato indiviual a sangre fría envuelto en glamour y traiciones a la esperanza; sea dando testimonio del anticipo del terrorismo de estado y el horror profundo de una operación masacre.

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